Nada que un paseo por El Retiro no solucione (al menos el cabreo)

Siguiendo el consejo de mi hermana, he decidido aplicar la técnica del sándwich (+-+) para comunicar situaciones que me resultan incómodas o difíciles de contar. Quiero dejar claro que no pretendo generalizar ni señalar a ningún colectivo, simplemente reflejar mi frustración y compartir mi experiencia.

Lo positivo: esfuerzo y honestidad en la Administración

Entre mis amigas y muy amigas hay funcionarias autonómicas y nacionales. Valoro muchísimo a quienes han estudiado y superado oposiciones duras, con disciplina y resiliencia admirable. Muchas de ellas han trabajado durante años en atención directa a personas. Esa tarea exige empatía, paciencia y mucha energía. Con el tiempo, el estrés acumulado las fue quemando y trabajar con calidad se volvió difícil.

En lugar de seguir desgastándose, decidieron cambiar a tareas menos estresantes. Fue una decisión consciente y responsable: cuidar su salud mental y, al mismo tiempo, mantener su compromiso profesional.

Son funcionarias honestas, con empatía, que supieron reconocer el límite y actuar. Ese paso les permitió seguir aportando valor sin perder bienestar Recuerdo lo que me dijo un experto en riesgos psicosociales: “el estrés requiere identificar y eliminar el estresor”. Así de claro.

Lo negativo: una atención pública que frustra

En los últimos días he tenido que usar distintos servicios de la Administración Nacional y Autonómica y la atención al público no ha sido ni accesible, ni amable, ni de calidad… y desde luego sin la mínima empatía.

Lo constructivo: igualdad y prevención de riesgos

Confío en que exista una evaluación seria de riesgos psicosociales, con perspectiva de género, en los puestos de atención al público. Más aún ahora que se ha aprobado el IV Plan de Igualdad en la Administración General del Estado. Como técnica en igualdad recomiendo un seguimiento exhaustivo del Objetivo 9: Seguridad y Salud con perspectiva de género, y de la medida sobre evaluación de riesgos y metodologías adaptadas a las necesidades específicas de hombres y mujeres. La formación en gestión emocional, la evaluación del bienestar y la supervisión con enfoque de género sin duda mejorarían la calidad de la atención.

Es posible que mi experiencia haya sido anecdótica, porque los datos dicen que la mayoría de personas atendidas por la Administración están satisfechas. Y me alegra pensar que sea así.